viernes, 4 de septiembre de 2009

El descapotable

Érase una vez una chica recién llegada a L.A. que quiso comenzar su Roadtrip por la WestCoast en un descapotable. Primera experiencia de este tipo. Ella quiso hacerlo por todo lo alto, así que se alquiló un Mustang V6 descapotable en una empresa de alquiler de coches de dudosa reputación y con oficina de olor a noodle chino.

Primera toma de contacto con el coche. Marcas y arañazos por todas partes. El asiento a 3 metros del volante. No veía ni llegaba a los pedales. No funcionaba la palanca de ajustarlo. Al descapotar el coche descubrió con horror que uno de los enganches de la capota estaba preciosamente roto, lo que podría significar un sobresalto en su camino a SFO. Salió del coche y cuantas más veces lo rodeaba, más marcas de alquileres previos se encontraba. Entró de nuevo a la oficina de olor extraño y le comunicó a la amable china americanizada todos los desperfectos del caballito. "No problem" dijo la chini. Pues vale, pero ¿y qué hago yo con el asiento? El asiento resultó ser eléctrico y requería cierta presión en el botón durante unos segundos para que funcionara.

Feliz de haber dejado claro lo que estaba claro, capota bajada y gps en mano, salió de LAX dirigiendo su destino hacia el centro de Los Ángeles. Tan abrasador era el calor aquel 10(?) de agosto, que tras una parada en Crossroads of the World, y pagado el parquímetro, decidió irse a un lugar más fresco y emprender camino a SFO sin pensarlo, Big Gulp en mano.

Inocente por su poca experiencia, llegó a uno de esos odiosos y conocidos atascos de la ciudad de Los Ángeles. Cinco carriles por sentido, abarrotados de suburbans y enormes camionetas pick-up, bajo un sol abrasador, y ella con la capota bajada. Tras dos horas de tráfico ultralento, recorrió la I5 en menos de lo que canta un gallo. Desgraciadamente, tras su parada en otro 7-Eleven, descubrió con horror las secuelas de los descapotables. Un dolor punzante en el cuero cabelludo. Descamación del idem. Raya del pelo quemada y un precioso bronceado que más que Californiano, fue agroman-camionero con marca de cinturón de seguridad de regalo.





Aprovechando el pit-stop en algún lugar pasado Universal Studios, localizó un FedEx-Kinkos. Visa en mano y por cierto, manos arriba por el atraco del servicio, pudo localizar un Motel6 a precio rata mediante Orbitz. Sabiendo que tenía el descanso asegurado para esa noche, las 400 millas que separan ambas ciudades, aprovisionó el estómago y carretera y manta, llegó a San Francisco al anochecer.
La moraleja de todo esto es que si alquiláis un coche y estáis totalmente deseosos de que sea un descapotable, siempre gorro. Sol = pupa. Buena hidratación y no desestiméis los recursos online.

Mañana más sobre el alquiler de coches y la conducción!

1 comentario:

  1. Me encantaria poder alquilar alguna vez en mi vida un descapotable... es mi sueño (mas)

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